jueves, 27 de febrero de 2014

"Sexo y violencia"


Milo Manara, maestro indiscutible del cómic erótico, ha dibujado con claridad y cinismo lo que academias completas de historiadores no han podido decir inundando bosques de papel con ríos de tinta: la historia es una sucesión interminable de asesinatos y violaciones.

Debajo del maquillaje y los vestidos, tras bambalinas del teatro de las instituciones y la tecnología, es el impulso más primitivo lo que lo mueve todo. Ya lo decía Nietzsche, el conocimiento es un efecto de superficie, “una centella que brota del choque entre dos espadas”. Nos acercamos como insectos a la luz, dejándonos fascinar por las apariencias, por el refinamiento y el brillo de filosofías que se creen ajenas al olor y a la textura de la carne. Creemos poder contener la necesidad y el deseo repitiéndonos como mantra un rosario de mentiras, pero en el fondo los instintos avanzan incontenibles, en estampida.

Nos vanagloriamos de una moderna civilización que construye sus templos al consumo con los escombros y la sangre de pueblos olvidados. El conocimiento es “violación”, no percepción, es cortarle la lengua y ponerle grilletes al enemigo. Somos una horda de simios neuróticos, perfectamente peinados y empastillados, que gustan de las pantallas planas, de los implantes y de tener el alimento bien muerto en sus platos. Aspiramos a vivir en ambientes cada vez más controlados y esterilizados, como de quirófano, pero secretamente los imaginamos manchados por la sangre de una carnicería, o por los fluidos del set de una película porno.








domingo, 23 de febrero de 2014

"Frías piernas y una cálida interfaz"




No me imagino lo duro que pudo haber sido para un actor como Joaquin Phoenix ganarse un lugar en el mundo cinematográfico, debido a su condición de hermano menor de un mártir de este competitivo me dio, en el cual renovar panteones siempre ha sido complicado. En Gladiador (Ridley Scott, 2000) interpretó al emperador Commodus, con lo que aclaró que tenía el talento suficiente para poseer una carrera propia. Años después, en La Aldea (M. Night Shyamalan, 2004) demostró que podía proyectar sentimientos profundos en la pantalla. Con The Master (Paul Thomas Anderson, 2012) se granjeó una nominación al óscar al esculpir un personaje que trascendía la pantalla. Tal parece que Joaquin Phoenix, una y otra vez ha intentado dejar claro lo mucho que vale, como si continuara confirmándole a su hermano que sí es un actor, que por algo tomó su lugar. En Ella (Spike Jonze, 2013) Phoenix finalmente se relaja, y permite que su personaje se enamore, que encuentre su alma gemela, el único problema es que ésta es una computadora. Así como lo mira, estimado lector, ¿usted podría imaginar un futuro lejano donde nuestro ordenador sea necesario para poder sobrevivir?, ¿la imposibilidad de desear hacer el amor con alguien de carne y hueso, y que únicamente ante un monitor HD nos podamos excitar?, ¿o que su extensión telefónica, celular, computadora, sea elemental para asociarlo con la realidad que lo rodea? Pues parece que el futuro ha llegado a nosotros, no tuvimos que ir tan lejos. 


En la trama de Ella, Theodore, alías Theo, es un escritor de cartas personalizadas para otros, tipo Hallmark para ser más específico; pero en una sociedad futura electrónicamente virtual, donde para llegar a ser más personal hay que dejar de serlo. Theo estructura en un relato la información recopilada del susodicho y pretende ser el cliente escribiendo en armoniosa primera persona. Theo se destaca en el medio especializado de esta actividad, pues logra un acercamiento cándido con el lector, a base de letras cálidas en un diseño virtual específico para cada uno. A veces tiene que desarrollar con palabras una amistad profunda en algún punto culminante de su historia, o el acercamiento entre seres queridos en una relación familiar que se encuentre en problemas y, en ocasiones, enamorado a profundidad, confesar sus pensamientos al ente de su fijación. 

Personalmente, Theo fracasó en su más destacable relación de pareja con Catherine (Rooney Mara), con quien estuvo casado y ahora está divorciado. Nunca se pudo comunicar en realidad con ella, imposible le fue salir de su mente y, esclavo de sus motivaciones personales, pensamientos y necesidades, siguió, hasta que el amor sucumbió. Ahora le es más fácil compartir secretos, esperanzas, hacer planes en conjunto, en fin, amar a la persona que imagina del otro lado de su ordenador, diseñando estas cartas a personas desconocidas, que mediante su chamba esquizofrénica se vuelven sus mejores amigos o parejas que llevan muchos años juntos. Theo conoce mejores amigos, se enamora, habla con gente de la que ha estado apartado, todo en el mismo día, pero cuando cae la noche y las cosas vuelven a su estado real, Theo comprende que está solo.


"Frías piernas y una cálida interfaz"


jueves, 13 de febrero de 2014

¿Cómo tener un “Orgasmo Cerebral”?


Primer paso: intenta reducir la cantidad de estímulos al mínimo, ponte los audífonos y abandónate a los placeres de la seductora voz de María, quien será tu acompañante en este viaje a las regi ones más primitivas de tu cerebro. 

Ahora la teoría. En realidad se sabe poco del fenómeno, la ciencia apenas ha intentado algunas tímidas incursiones en este nuevo territorio, a pesar de que ya se encuentre habitado por un campamento cada día más extenso de nómadas venidos desde los más lejanos rincones de la red. Y es que posiblemente estas sensaciones se remonten más allá del origen del hombre, pero hayan permanecido en estado salvaje hasta que Jennifer Allen creara en 2010 el grupo de Facebook “Autonomous Sensory Meridian Response Group” o ASMR, como ahora se ha llamado al fenómeno (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, en español). Así, el término no sólo ha nacido y crecido en la red, lejos de la vigilancia de los científicos, sino que ha engendrado toda una comunidad de nuevos gurús que, como María, se han dedicado a grabar videos a través de los cuales masajean a la distancia los cerebros de toda una horda de internautas desesperados por encontrar una forma de liberar la presión acumulada dentro de sus cráneos. 

Aunque la ASMR es una idea nueva, posiblemente ya hayas tenido alguna experiencia similar y te haya invadido por sorpresa ese hormigueo que se extiende por espalda y brazos como un flujo eléctrico, a veces tan intenso como un orgasmo. La pregunta es: ¿cuál será el gatillo que te volará los sesos? Porque, según parece, en términos de ASMR cada persona es diferente, algunos reaccionan a un susurro, al sonido de pequeños golpes o rasgueos, al pisar de hojas secas, al sonido de la lluvia, al teclado de una máquina de escribir o al ruido blanco de los electrodomésticos. Hay quienes prefieren las voces con acento, dicen que les provoca la sensación de estar placenteramente cansados, satisfechos. Incluso, en reddit se menciona a Bob Ross como uno de los gatilleros más buscados, lo cual delataría de una vez por todas a toda una generación de supuestos aficionados a la pintura. 

Sólo recientemente se han dirigido algunas investigaciones científicas para explicar la ASMR. Fisiológicamente se sabe que las sensaciones empiezan a bullir con la cercanía física, la cual provoca que se aceleren el corazón y la respiración, por eso, para generar los efectos deseados, muchos de los videos son grabados con micrófonos binaurales que simulan la posición de los oídos en la cabeza del espectador. Por otro lado, David Huron, de la Ohio State University, señala que el efecto ASMR tiene una gran similitud al aseo físico en los primates, del cual obtienen un placer cercano a la euforia. No es de extrañar entonces, que en nuestras formas modernas de acicalarnos (una sesión de maquillaje, un corte de cabello) encontremos el placer de resbalar cuesta abajo en el proceso evolutivo. 

Parece extraño cómo el ASMR genera la sensación de estar en los linderos de un placer culpable y secreto, guardado celosamente en el fondo de la madriguera como preciado fetiche, cuando en realidad María susurra sus conjuros al oído de millones de navegantes que solo buscan un pretexto para cerrar lo ojos y perder el control del barco.






jueves, 6 de febrero de 2014

"El Arte de Besar"



Besamos por las razones más extrañas. Para demostrar cariño, para empezar un acto sexual (o terminarlo), para saludar a otros (o despedirlos), para divertirnos. Los psicólogos evolucionistas han l legado a la conclusión de que lo que hoy conocemos como un “beso” fue en algún momento una forma de alimentación que consistía en masticar la comida y pasarla a la otra boca, casi siempre de los hijos. Pero hoy en día, sugieren, un beso es un indicador del tipo de pareja potencial que el otro podría ser para ti, a nivel hormonal. 


La imagen pública del beso comenzó como un tabú, hasta que en 1896 apareció por primera vez en el cine y de ahí proliferó. Una de las apariciones más curiosas es la que, en 1936, creó un hombre llamado Hugh Morris. The Art of Kissing es un panfleto ilustrado en el que el autor guía a parejas jóvenes en las técnicas, trucos y “métodos aprobados de besar” de la época. Lo mejor de todo es la suposición del concepto de “amor cortés” que se tenía en la época, y que se representa jocosamente en este manual. El oportunismo de Morris es evidente (¿quién no compraría un libro “decente” sobre un tema cuasi-sexual?), y está dirigido a los hombres que, claro, eran los que siempre daban el primer paso. Pero la lectura te transporta a otro lugar, en otro tiempo, en otra cultura.


"El Arte de Besar"